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Morir de éxito


Somos los más de los más: no hay duda. Ya lo repite ufano Rajoy cuando dice: "Mire usted, que si vienen sesenta y cinco millones de turistas al año a nuestro país por algo será, digo yo". Sí, claro que será por algo, que no es mérito suyo, desde luego. Precios más bajos que en otros lugares, guerras o terrorismos diversos en el Mediterráneo, sol y playa..., en fin. Pero lo que sí es mérito suyo y de otros que lo han precedido es el haber aceptado que España (lo siento, así se llama) quedara relegada a país de servicios; a país exportador de arqueólogos, músicos, médicas, abogadas, arquitectas o ingenieros; condenada a no levantar el vuelo jamás y a perpetuarse como cantera de camareros, recogepelotas, chicas de alterne y chicos del ladrillo explotados a gusto del empresario. Ya lo dijo Unamuno, "¡que inventen ellos!", pero con la idea de que llegáramos a ser "la reserva espiritual y cultural de Europa". Toma reserva: mira la foto y dime de qué somos reserva. Esto es lo que se llama morir de éxito. Y digo morir porque nuestro país se ha convertido en un monstruoso e insoportable parque temático al que le están reventando ya las costuras.

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