LA MARCHA DE LAS MUJERES
No ha sido un acontecimiento banal que, el día de la investidura de un Presidente en los EUA, las mujeres se tiraran a las calles en Washington, en Nueva York, Chicago, Los Ángeles y en otras muchas ciudades del mundo. Lo interesante es cómo empezó todo. Una abogada jubilada de la lejana Hawai, Teresa Shook, tuiteó la noche anterior: "¿Y si las mujeres desfilaran masivamente en Washington durante la investidura?" Y la respuesta fue también masiva. Negras, blancas, latinas, asiáticas, mayores, más jóvenes y también varones se sintieron concernidas, convocadas, llamadas a la protesta. Eso significaba que había una resonancia, una sintonía, entre el llamado y la respuesta. Madonna, también presente, proclamó: "El bien no ganó en estas elecciones, pero ganará al final", como si todos fuéramos convocados a un futuro Armagedón o batalla final en el que el bien triunfará. Y el bien es que la humanidad recupere sus señas de identidad de la especie: cooperación, colaboración y reconocimiento. Como bien decía la microbióloga Lynn Margulis, premio Nobel de Biología, "No es más fuerte el que combate, sino el que coopera". Esa es la clave de la evolución. Y la fuerza de la sangre, de la vida, marchó por sus fueros.
Pues eso.