EROTIZAR LA VIOLENCIA
Empiezo a pensar que produce los mismos destrozos la pasada represión religiosa, que amenazaba con el infierno cualquier pensamiento erótico, que esta proliferación pornográfica que sitúa al sexo como el centro de la vida, como obsesión primera de lo cotidiano. En el fondo es el mismo sistema de dominación.
Todo lo que tiene que ver con la sexualidad constituye una franja muy lábil, muy perceptiva, capaz de invadir otros estratos de la personalidad, anulando o contaminando aspectos de nuestro carácter, de la actitud ante la vida. El amor romántico subyugaba a las mujeres con promesas infantiles y cuentos de princesas con finales, a veces, no muy felices. Ahora, la pornografía erotiza la violencia de tal modo que puede abocar a las jóvenes a pesadillas no imaginadas. Erotizar la violencia siempre ha jugado en contra de las mujeres y ha dado carta blanca a ciertas pulsiones masculinas. Una forma de dominación por la puerta de atrás, es decir, con otra apariencia.
Precisamente porque se sitúa entre el potente instinto de reproducción y el imaginario erótico, la sexualidad es muy manipulable, por lo que Lacan habla de ‘sexuación’, que es la orientación determinada que toma la sexualidad en el sujeto.
Me pregunto qué debe ser la vida con las imágenes violentas de la pornografía en el cerebro de los niños de ambos sexos. Tan terrorífico como crecer con imágenes infernales y el miedo metido en los huesos. Hoy, desde los ocho años, las niñas y niños están viendo pornografía en sus móviles. Y si los planes de educación no tienen en cuenta este hecho, me temo que estamos creando una generación de tarados. ¿Piensan acaso que así se les desactiva para un pensamiento crítico? ¿Podrían llegar a convertirse en zombis políticos totalmente manipulables? ¿Por qué no se cobra la entrada en páginas pornográficas? ¿Por qué se ha retirado del curriculum la educación para la ciudadanía y la educación sexual y emocional? Me temo que alguien está considerando todo esto como una ventaja política.